Ruta de ocho días por Tierra Santa
“Una tierra que mana leche y miel”. Así describen los textos bíblicos a Tierra Santa, una zona geográfica sagrada para cuatro religiones del mundo —cristiana, judía, musulmana y bahaí— conformada principalmente por Israel, y que abarca locaciones en Palestina, Egipto, Jordania y Siria. Por su importancia ante las distintas fes, ha recibido a lo largo de cientos de años a millones de personas que buscan refrendar sus convicciones a través del peregrinaje. Además de que su relevancia religiosa, su arquitectura, sus aportaciones culturales y su valor en la historia son innegables.
Por Allan Glatt y Redacción Ferrara Porter
Tel Aviv y Jaffa: aires de modernidad
-Días recomendados: 2
Día 1
Tel Aviv es la ciudad que viene a romper con el estereotipo que suele haber alrededor de Israel y lo hace de manera contundente. A pesar de sus poco menos de 500,000 habitantes, aquí lo encuentras todo: arte, playa, buena comida, museos y hasta fiesta. Si eres de los que les gusta empezar su mañana con un rico café, encontrarás algo muy raro aquí: Israel es uno de los pocos países en donde las cadenas internacionales no han logrado tener éxito. Los israelíes son muy celosos de su café y tienen una cultura —a pesar del calor— muy cafetera. Si te gusta ir a la segura, pasa a cualquier Aroma, donde podrás pedir desde espressos hasta smoothies y desayunos completos. No necesitas dirección porque esa cadena está presente en cada cuadra. Si prefieres algo más independiente, tienes que ir al Cafe Xoho, el restaurante fruto de la unión de un sudafricano y una mujer de Hong Kong que se conocieron en un kibutz en 2005. Ya con un buen café en el organismo, puedes empezar a recorrer la Tayelet: así es como se le conoce al malecón que bordea el mar Mediterráneo y que, básicamente funciona como eje rector de la ciudad. Si quieres un recorrido cronológico, y ver mientras caminas cómo ha ido evolucionando esta tierra, empieza por Jaffa, el antiguo puerto comercial y único vestigio de lo que alguna vez fue Tel Aviv antes de que los rascacielos y la modernidad llegaran. En las calles de esta ciudad debes caminar con consciencia de los ciclistas. Desde hace unos años las bicicletas y patines eléctricos han aumentado, y se requiere de habilidad para sortearlos aún en los pasos peatonales. Cuando el calor empiece a hacer de las suyas, lo puedes combatir con el mar. Puedes refrescarte en cualquiera de sus playas. Gordon y Frishman son dos de las más concurridas por locales y un buen lugar para empezar. Si lo tuyo es la arquitectura, no dudes en perderte por las calles del interior, ya que puede ser un verdadero placer. Tel Aviv es Patrimonio Cultural de la Unesco gracias a sus más de 4,000 edificios de estilo Bauhaus, mismos que le han merecido el apodo de La Ciudad Blanca. Si quieres algo más profesional, reserva el tour que sale todos los días del Bauhaus Center. Es recomendable medir bien los tiempos porque el recorrido dura poco más de dos horas. Por la tarde regresa a la Tayelet. Pocos paisajes se comparan con el atardecer rojizo que baña cada día la ciudad blanca. La mejor forma de disfrutarlo es desde alguno de los bares que abundan sobre la playa, como La Mer, un spot en el que si bien es probable que no veas a muchos locales, puedes instalarte para pasar la tarde fumando una hookah mientras disfrutas una Goldstar (la cerveza nacional más popular) y dejas que el atardecer mediterráneo complemente el cuadro.
Día 2
Aunque Tel Aviv está en constante evolución —es probable que en un par de años sea muy distinto a lo que hoy ves— el puerto de Jaffa se mantiene fiel a su origen y es de los lugares por donde el tiempo parece no tener efecto. Empieza el día desayunando una típica shakshuka —la versión mediterránea de los huevos ahogados, que hoy experimenta un boom nacional— en Shaffa Bar, uno de los locales que se disputan la pelea por la mejor receta en la ciudad. Si no eres madrugador, este local también tiene una interesante oferta nocturna con música en vivo y muy buen ambiente. En este puerto antiguo, además de descubrir una arquitectura muy distinta a la del resto de Tel Aviv, encuentras un mercado de artesanías en la calle de Nachalat Binyamin (solo abre martes y viernes), en donde puedes encontrar desde joyería fabricada con cápsulas de café recicladas, hasta figuras de vidrio soplado, todo bajo la curaduría del mercado mismo. El resultado: productos de muy buena calidad y variedad. Para complementar el tour por los mercados, cruza al de Carmel, el más grande y famoso de Israel. Aquí vienen los locales para abastecerse antes de sus cenas de shabat, por lo que si decides ir en viernes encontrarás una multitud y el ajetreo caótico que solo puede hacerse más interesante gracias a los aromas de especias, frutas y flores. Refúgiate del sol un par de horas en el Museo de Arte de Tel Aviv, que cuenta con una de las colecciones más completas de arte del continente. No te van a faltar los Dalís, Monets o Picassos. De hecho, sólo la arquitectura modernista de este museo, de Preston Scott Cohen, hace que valga la pena visitarlo. Llegada la hora de la comida, si eres vegetariano, entre el humus y el falafel, la dieta israelí se adapta de maravilla a ti. Sin embargo, si tienes ganas de algo más carnívoro, no te pierdas la hamburguesería Prozdor. Su menú va desde la clásica con queso hasta alternativas más salvajes (con doble carne, huevo estrellado, tocino y cebolla frita). En general, la carne en este lugar es excelente, y hasta la hamburguesa vegetariana tiene lo suyo. La decoración es sencilla y el ambiente más ruidoso de lo que un restaurante necesita, pero vale hasta el último de los shekels que ahí te gastes.
Por la tarde, emprende una caminata en uno de los barrios más interesantes y donde la gentrificación es más evidente: Florentin, una de las zonas con mayor crecimiento de toda la ciudad. Caminar por las calles de esta colonia es descubrir arte en cada esquina, como la crítica social de #Tag (el Banksy israelí que interviene obras renacentistas) o a través de galerías como Tiny Tiny Gallery (su nombre lo dice todo). Si lo que quieres es regresar con una obra de arte a casa, echa un ojo a lo que Under $1000 tiene que ofrecer: una selección de artistas locales a precios accesibles. Como cualquier barrio lleno de artistas y galerías, la tarde-noche es un momento ideal para disfrutar de Florentin y su vida nocturna. Empieza por tomar un whisky en uno de los bares más antiguos de la zona: Satchmo, en donde la cerveza y la música ayudan a empezar la fiesta. En general, la ciudad tiene un menú de noche tan variado como exquisito. Uno de los lugares que no tiene desperdicio es Kuli Alma: paredes llenas de grafiti, excelente música electrónica y hip-hop (israelí e internacional) y ambiente relajado convierten a este local en el centro del universo nocturno de Tel Aviv.
Caesarea, Haifa y Acre, tres paradas en la ruta a Galilea
-Días recomendados: 1
Caesarea
Éste es uno de los lugares más impresionantes de Israel. Recorrer las antiguas ruinas romanas mientras contemplas el mar Mediterráneo es un paisaje que llevarás contigo el resto de tu vida. Camina por el anfiteatro —en donde todavía se hacen conciertos—, descubre las ruinas sepultadas en el mar con una expedición submarina o, si eres amante del golf, reserva tiempo para jugar en el único campo reglamentario del país.
Haifa
Es la única ciudad con un sistema de transporte los viernes y sábado, así que es una buena opción para que sea tu escala de fin de semana. Aquí podrás relajarte en uno de los espacios más zen del mundo: los Jardines Bahaí. La perfecta alianza entre humanidad y naturaleza se aprecia en el recorrido de aproximadamente una hora alrededor de estos jardines construidos en forma de escalera. Para comer tienes que ir a Ein El Wadi, un restaurante especializado en comida libanesa en donde no te puedes perder el baba ganush y la knafeh para el postre, dos de las especialidades del lugar. Si decides pasar la noche en Haifa, detente por un trago a Syncopa. Este bar de dos pisos cuenta con excelentes bebidas y dos escenarios bien equipados para que escuches las mejores bandas independientes israelíes de rock y folk.
Acre
Antes de llegar a Galilea, haz una pequeña desviación hacia Acre, una ciudad portuaria fortificada que fue ocupada sucesivamente por distintos pueblos desde la época de los fenicios. La ciudad vieja actual conserva las características de las ciudades fortificadas otomanas de los siglos XVIII y XIX, con su ciudadela, mezquitas, caravasares y baños de vapor públicos. Los vestigios de la época de los cruzados, con 800 años de antigüedad, están prácticamente intactos y revelan claramente la organización del espacio urbano y las estructuras de la ciudad que fue capital del reino cristiano de Jerusalén en la Edad Media.
Galilea: la cuna de la cristiandad
-Días recomendados: 1
Gran parte de los tres primeros Evangelios del Nuevo Testamento dan cuenta del ministerio público de Jesús en la provincia de Galilea, particularmente en las ciudades de Nazaret y Cafarnaúm. Se dice que en esta región estuvo su casa durante al menos 30 años de su vida y es citada como el lugar donde realizó muchos milagros, como caminar sobre el agua, calmar la tormenta y alimentar a cinco mil personas en Tabgha.
Nazaret
Con más de 20 siglos de historia y siendo el lugar donde transcurrió la infancia de Jesús, Nazaret es considerada la cuna de la cristiandad, por lo que para muchos es el mejor lugar para disfrutar la Semana Santa. La parada obligada es en la Basílica de la Anunciación, en el casco antiguo, erigida en el lugar donde, según la tradición católica, el arcángel San Gabriel anunció a María que iba a tener un hijo. En el interior, la planta baja contiene la Gruta de la Anunciación, considerada por muchos cristianos como los restos de la casa de la infancia de la Virgen María. Otro punto de interés que tendrás cerca es la Iglesia Carpintería de José, donde se dice que Jesús aprendió el oficio de su padre.
Tabgha
Ubicado en la costa del mar de Galilea, en Tabgha hay varias iglesias que conmemoran hechos importantes en el ministerio de Jesús: la multiplicación de los peces y panes, el sermón de la montaña, la primacía de Pedro. Visita la Iglesia de la Multiplicación, que data del año 1980 y cuenta con mosaicos bizantinos que dibujan plantas y animales. El más famoso, que se ha convertido en el símbolo de Galilea, es el de una canasta con dos peces y cuatro panes; está frente a una piedra, donde, según la tradición, Jesús realizó el milagro de la multiplicación.
Cafarnaúm
Haz una escala en este poblado pesquero que, se dice, fue el Ministerio más importante de los últimos cuatro años de Jesús. Visita la Antigua sinagoga y la casa de San Pedro, ambas construcciones del siglo I. Continúa tu peregrinaje hacia el Monte de las Bienaventuranzas, escenario donde la tradición dice que Jesús pronunció el Sermón de la Montaña.
Yardenit y Beit She’An: dos paradas en la ruta a Jerusalén
-Días recomendados: 1
Yardenit
Si deseas ser bautizado o rebautizado en el río Jordán, planea una parada en Yardenit, situado a poca distancia de Tiberíades en la punta sur del Mar de Galilea. Ahí encontrarás un complejo bautismal que proporciona un escenario placentero para sumergirte en el agua y renovar tu fe.
Beit She’An
Israel cuenta con decenas de parques nacionales que se encargan de cuidar los diversos sitios históricos, y su gran variedad en flora y fauna. Al norte del país encontrarás la ciudad de Beit She’an, que es centro para la actividad moderna del valle, pero que ha tenido múltiples facetas en distintos momentos de la historia. Para el Imperio Romano fue la ciudad principal de la Decápolis, una agrupación de 10 ciudades importantes, y su nombre de entonces era Escitópolis. Si visitas el parque nacional, podrás visitar las imponentes ruinas de un teatro para 7 mil personas, templo y baños romanos, un ágora (un mercado) de la época Bizantina, o simplemente pasearte como gobernador por la antigua calle Palladius.
Jerusalén: milenios de historia
Días recomendados: 2
Día 1
No existe viaje a Israel sin visitar la ciudad vieja. De hecho, hasta mediados del siglo XIX, la única parte que se encontraba habitada era lo que comprendía el interior de las murallas. Hoy, Jerusalén es la ciudad ejemplar de cómo sí es posible tener una sana convivencia entre distintas religiones. Primero toma provisiones para el hambre a la puerta de Jaffa, donde encontrarás panes recién horneados que te ayudarán en tu recorrido.
El vendedor que tiene su puesto ahí es uno de los muchos ambulantes que puedes cruzarte alrededor de Jerusalén de forma repetida (y casi casi como una tradición). Para apaciguar el calor, toma un jugo de granada en cualquiera de los locales que encuentres o, si prefieres algo menos ácido, pídelo combinado con naranja. Una vez dentro de la ciudad amurallada, verás que los caminos son angostos y están llenos de vida: con gente que camina entre las tiendas, que se amontonan una detrás de otra.
Estructuralmente, la ciudad amurallada está dividida en cuatro cuadrantes: cristiano, musulmán, judío y armenio. En esta pequeña extensión de tierra puedes contemplar cómo el Santo Sepulcro prácticamente se roza con el Domo de la Roca y el Muro de los Lamentos. Aquí, cristianos, judíos y musulmanes conviven en armonía, y es posible entrar a una tienda a comprar un rosario, una mezuzah o un tapete oriental. Aquí, la esperanza de la humanidad encuentra su templo. De ser posible, evita visitar Jerusalén en fin de semana, ya que es una ciudad que se apaga por completo de viernes en la tarde al sábado por la noche.
Saliendo de la ciudad vieja puedes dar una vuelta por Mamilla. Esta zona era el camino antiguo a la puerta de Jaffa y hoy es un centro comercial al aire libre en donde encontrarás tiendas locales e internacionales, así como Aroma para que tomes un café y disfrutes de la vista. Muy cerca de Mamilla está un restaurante que podría sonar excéntrico, pero que vale mucho la pena: Mian Noodles. Con cinco variedades distintas de pasta, gran servicio y muy buen sazón, es una gran alternativa para variar del falafel y el humus.
Para seguir con los lugares recuperados, en la noche da una vuelta por la Tajana Rishona (primera estación). Como su nombre indica, se trata de la estación de tren vieja que hoy es un centro cultural lleno de actividades interesantes. Las vías, aún visibles, son el único testimonio de lo que una vez fue este espacio que hoy está lleno de tiendas, cafés y restaurantes. Además de los locales fijos, lo interesante son las múltiples actividades que puedes toparte dependiendo la fecha en la que vayas: ya sea un festival de cervezas artesanales o un maratón de Harry Potter al aire libre, este espacio es una experiencia que muestra cómo se da nueva vida a un lugar forjado en otros tiempos.
Día 2
En la ciudad vieja no todo es viejo. Tu segundo día en Jerusalén úsalo para conocer el Israel Museum. Es reconocido principalmente por la cúpula de forma singular que contiene los Rollos del Mar Muerto, y por ser uno de los grandes museos arqueológicos del mundo. Además de sus cápsulas de historia, debes visitar el jardín escultórico, con obras de Anish Kapoor, Picasso y el icónico Ahaba (Amor) de Robert Indiana. Las colecciones temporales y permanentes de este museo te tendrán entretenido por muchas horas, así que ve con tiempo.
Si te gusta la historia, no dejes de visitar Yad Vashem, el museo en memoria que recuerda a las víctimas del Holocausto. Una mezcla de museo, monumentos e instalaciones hacen que este espacio no pueda olvidarse fácilmente.
Los mercados en Israel son algo importante, y pocos lugares pueden englobar mejor el caos tumultuoso que Mahane Yehuda. Cientos de locales quedan sumergidos por las olas humanas que llegan a él (en especial los viernes en la tarde). Aquí puedes comprar humus, frutas, verduras o cualquier otra cosa que necesites para preparar una comida. Si estás buscando algo más en forma, es recomendable ir a Machneyuda, una mezcla perfecta entre mercado y restaurante donde encontrarás todo lo que buscas.
Cuando llega la noche y el ajetreo de las compras ya pasó, Mahane Yehuda se convierte en una zona de bares: los tablones donde en la mañana habían naranjas y granadas, se transforman en mesas para recargar tu cerveza; los aromas de fruta fresca quedan opacados por el humo de las hookas y el ruido de la gente se intercambia por música.
Uno de los locales que no puedes perderte es BeerBazar. Gracias a su amplia carta con más de 100 cervezas artesanales nacionales es el sueño burbujeante de cualquier apasionado de la cerveza. Hay opción de pedir un tasting menu con las diferentes cervezas de barril de temporada. Y para acompañar, el hot dog (de carne de res, obvio) es simplemente una maravilla. No importa si estás satisfecho, tienes que dejar espacio para la verdadera joya de la corona: el s’mores pie. Vas a querer regresar por otro.
Belén, Masada y el mar Muerto: side trips desde Jerusalén
Días recomendados: 1
Belén
Tan sólo nueves kilómetros al sur de Jerusalén, en la zona de Cisjordania, se encuentra la ciudad de Belén, que desde 1995 ha sido administrada por la Autoridad Palestina. Muy aparte de la situación política que la envuelve, Belén tiene un gran significado religioso para los cristianos al ser, de acuerdo con la Biblia, el lugar de nacimiento de Jesús de Nazaret según los evangelios de Lucas y Mateo. Ninguna visita a Belén estaría completa sin una escala en la Iglesia de la Natividad. Encargada en el año 327 por el primer emperador romano cristiano, Constantino, y su madre Helena, la iglesia se construyó sobre la cueva, conocida como “la Gruta”, donde la virgen María dio a luz a Jesús.
Masada
Haz un esfuerzo por amanecer temprano y escalar los 400 metros hasta la cima de Masada, en el desierto de Judea, para ver la salida del sol. La ruta a pie es muy recomendable, aunque también hay un teleférico para quienes se quieran ahorrar el esfuerzo. Es tradición entre israelíes y turistas de todo el mundo subir a las ruinas del fuerte donde los últimos resistentes judíos dieron batalla al ejército romano en el siglo I, para ver cómo amanece. Desde un mirador en el borde oriental de la ciudadela, que era la antigua puerta de entrada desde el camino que subía a la meseta, conocido como Camino de la serpiente, puedes ver el mar Muerto al fondo.
Mar Muerto
Este lago (sí, es un lago, no un mar) está a 431 metros por debajo del nivel del mar y, además de ser un espacio donde las leyes de la física parecen no aplicar, puedes disfrutar de uno de los paisajes más exóticos del viaje. El agua azul parece invadida por figuras blancas formadas por los minerales de la zona, mientras que en el fondo las tonalidades terracota del desierto terminan de complementar el cuadro, dando una apariencia casi extraterrestre. La experiencia no está completa sin un baño de lodo (cargado de minerales locales) y que te dejan la piel como recién salido de un spa. Si te sobra tiempo, acaba tu día en un oasis en medio del desierto llamado Ein Gedi: una reserva natural donde las cascadas y los ríos de agua dulce desafían a la árida naturaleza. Aquí podrás explorar rutas de trekking y conocer uno de los kibbutz más bonitos de país.