Jenny Saville, detrás de la artista mujer más cara del mundo
Durante la última subasta celebrada en la afamada Sotheby’s de Londres hubo dos personas que, sin lugar a dudas, se robaron los reflectores. El primero fue Banksy con su obra Girl With Baloon, que en cuanto fue comprada por millones de dólares pasó por una trituradora que estaba escondida en el marco del cuadro y se autodestruyó. La segunda fue Jenny Saville, que con la venta de su autorretrato —en 12.4 millones de dólares— se convirtió en la artista viva más cara de la historia.
La obra, que ahora estará en manos de un coleccionista anónimo, se llama Propped y formó parte de la colección de graduación de la Escuela de Arte de Glasgow. Un autorretrato en el que la artista está desnuda (solo lleva zapatos) encima de un poste negro un tanto fálico. Sus uñas están clavadas en sus piernas y con los brazos empuja sus amplios pechos. La pintura tiene una inscripción de la escritora feminista Luce Irigaray: «Si continuamos hablando lo mismo, si nos hablamos como se hablan los hombres desde hace siglos, como nos han enseñado a hablar, nos echaremos de menos. Otra vez… las palabras pasarán a través de nuestros cuerpos, por encima de nuestras cabezas, para perderse, perdernos».
Saville forma parte de los Young British Artists, un grupo de artistas contemporáneos que, apoyados por el coleccionista de arte Charles Saatchi, comenzaron a exhibir su trabajo en los años noventa. Sus obras a gran escala muestran personajes femeninos que se alejan totalmente de los estándares de belleza convencional y la idealización: mujeres de pechos grandes y caídos; con vientres embarazados o flácidos; cuyos rostros están aplastados contra un vidrio; o incluso están sentadas en un inodoro.