Italia en cuatro postales: Milán, Venecia, Florencia y Roma

De norte a sur, Milán, Venecia, Florencia y Roma completan las piezas para entender este país que es un universo en sí mismo.

Por Arturo Torres Landa.

POSTAL #1
ALLA MILANESE
Milán sí es esa ciudad fashionista que las revistas prometen, y la máxima ostentación de tal fama se revela en la Galleria Vittorio Emanuele II. Este paseo comercial une la plaza del Duomo y el Teatro alla Scala, dos de los monumentos más visitados de la capital de Lombardía. Construido entre 1865 y 1877, bajo este pabellón de hierro y cristal, las grandes marcas de lujo, como Prada, Gucci y Valentino, exhiben sus novedades en aparadores que lucen como verdaderas puestas en escena. Desde luego, la mitad de quienes conforman la multitud que camina por ese paseo de destellos dorados es foránea, aunque los locales son fáciles de distinguir. Se les identifica por el combo sudadera negra-skinny jeans negros que todos portan. El buen gusto y el garbo milaneses son reales.
Quizá donde los habitantes de Milán “bajan la guardia” es en la rivera del Naviglio Grande, un canal que se interna en la ciudad desde el río Ticino hasta la Porta Ticinese, antigua entrada a la urbe. Aquí la atmósfera es mucho más relajada y cálida (digamos, más italiana). Por su orilla oriente discurre un mercado de pulgas (medallas viejas, fotos antiguas de familias en la playa; ropa de diseñador de la temporada pasada; discos y joyería); los restaurantes sacan sus mesas al sol y sobre ellas colocan muchas copas de Aperol Spritz color fuego. En la trattoria L’Altro Luca e Andrea acompañan el coctel con una bolsa de pan recién horneado y una carta impresa sobre antiguos cuadernos escolares. De ella se desprenden especialidades de la casa, como unos ravioli de calabaza y amaretto con crema a la mantequilla, o preparaciones emblemáticas, como la costoletta di vitello alla milanese, que no es más que una milanesa de ternera suave y jugosa como acostumbran a cocinarla en Lombardía. Otra emblema de la ciudad confirmado.
Al igual que el Naviglio Grande, la Fondazione Prada es otro motivo por el que vale la pena abandonar los núcleos más concurridos de la ciudad. Llegar a esta institución brinda la oportunidad de adentrarse en barrios donde el común denominador son las tiendas de frutas y verduras de Ecuador, las especierías vietnamitas, los bares con olor a viejo y los siempre presentes kebabs… El edificio de la Fondazione, diseñado por el superstar de la arquitectura Rem Koolhaas, emerge parapetado detrás de la fachada de una antigua fábrica, a su vez ubicada entre grandes avenidas con pocos peatones.
Tras franquear el filtro de acceso (guardias con uniforme a la moda dentro de una caseta de vigilancia minimalista), el complejo se ofrece fácil de explorar y disfrutar. Sus salas de exhibición acogen muestras de vanguardia, y el patio principal es perfecto para sentarse a apreciar la forma en que la luz juega con los ángulos rectos del edificio de Koolhaas.


Complementar la visita con un capuccino con crema en el Bar Luce, al interior del complejo, es obligatorio. Abierta en 2015, esta cafetería fue diseñada por el director de cine Wes Anderson, por ello la predominancia de tonos dorados, menta y rosados en la decoración. Encuentras una máquina de pinball con el rostro de Bill Murray, caracterizado para la película “The Life Aquatic with Steve Zissou”, y rockolas viejas que rara vez están desocupadas. De su breve carta de alimentos, las tartas son lo más solicitado: la Benanino se recomienda para los de gustos simples, pues lleva solamente plátano y Nutella; en cambio, la Melodia hace honor a su nombre con las varias capas de ingredientes que lleva, como rebanadas de manzana, corazón de lima, crema batida y canela.

DÓNDE DORMIR
Baglioni Hotel Carlton
Situado en el corazón de la capital de la moda y el diseño, el Baglioni de Milán domina directamente la Via della Spiga, la calle comercial más famosa de la ciudad. La Via Montenapoleone, la catedral y el famoso teatro La Scala se encuentran a poca distancia. Después de un día de pasear, puedes descansar en una de sus acogedoras suites o relajarte en su hermoso spa. Termina el día en su restaurante Baretto, uno de los más famosos de Milán y el lugar de encuentro perfecto para el jet set italiano e internacional.


POSTAL #2
VENECIA: ORO Y CRISTAL
Multitudes. Gente feliz. Gente celebrando. Una efervescencia cuyo origen no queda claro. Tal vez estar en una de las ciudades que medio planeta sueña con visitar es motivo del estado de éxtasis que todos parecen vivir. En la Plaza de San Marcos no hay lugar ni para que las palomas aterricen, aunque en cada esquina hay un músico virtuoso recibiendo euros, miradas y aplausos. Colocándose al centro de la explanada se obtiene una vista privilegiada de la Basílica de San Marcos, el principal templo católico de la ciudad y una verdadera joya arquitectónica. Por fuera, esta estructura, cuya construcción comenzó en el siglo IX, ostenta la majestuosidad de los estilos bizantino y gótico, reconocibles por la gran cúpula central, la puerta de bronce y los mosaicos que a través de lamina dorada y piedra narran cómo el cuerpo del apóstol llegó a Venecia. No hay que desplazarse mucho para llegar al Palazzo Ducale, antigua residencia de la aristocracia veneciana. Las tres filas de delgadas columnas que sostienen su fachada principal hacen creer que la piedra con la que fue hecho el palacio es muy ligera, pero al entrar, subir por su Scala d’Oro y penetrar en la Sal del Concilio Mayor, la sensación es de conmoción ante la gran cantidad de dorado y pinturas al fresco que cubren el techo y las paredes. De vuelta en la plaza, más vale estar preparado para subir los 98 metros de altura que tiene el Campanile, torre del campanario de la basílica cuya cima regala vistas panorámicas de la ciudad flotando como una perla en el agua.Sin duda, Venecia sufre los excesos del turismo masivo, sin embargo también es posible disfrutarla lejos de las multitudes: basta con confiar en la intuición y adentrarse en las calles sinuosas. Al final de ellas sorprende hallarse con placitas encantadoras, puentes escoltados por querubines de piedra o bares de vecindario.

La Pasticceria Dal Mas es uno de esos descubrimientos afortunados. Fundada en 1906, en sus vitrinas relucen —como joyas de harina— clásicos de la pastelería veneciana como los zaeti e bussolà (bizcochos de maíz con grappa y azúcar), pasteles y chocolates de una elegancia sólo posible en Venecia.
Otra parada libre de tumultos es el Palazzo Venier dei Leoni, que descansa sobre los márgenes del agua como un barco blanco que recién llegó a puerto. Este palacete barroco acoge a la Colección Peggy Guggenheim, conformada por pinturas de expresionistas, abstractos, cubistas y futuristas que rompen con las florituras barrocas y renacentistas a las que la ciudad ducal tiene acostumbrados a sus visitantes. Cuando los callejones vacíos se agotan siempre queda la posibilidad de subir a un vaporetto (transporte acuático típico de Venecia) y poner ambos pies en Murano y Burano, islas de la laguna veneciana también célebres por su colorido y tradiciones artesanales. En Murano nadie se escapa de tomarle fotos al faro blanco ni de visitar los talleres de cristal. Diáfanas u opacas, de tonos iridiscentes y formas sinuosas, las piezas que moldean en la fábrica de vidrio Colleoni son solo una muestra de la destreza que desde el siglo XIV adquirieran los maestros de este lugar, quienes crearon el cristal transparente como lo conocemos. Hoy se puede apreciar cómo los artesanos de Colleoni crean bellos artefactos cristalinos durante las demostraciones que hacen al público. Frente a los ojos del mundo, convierten el fuego fundido en hielo que no se derrite.

DÓNDE DORMIR
Baglioni Hotel Luna
Vive la magia de Venecia desde el palacio del Baglioni Hotel Luna, una galería de arte en toda regla. Su reciente restauración reveló la increíble belleza de sus líneas arquitectónicas. Sus habitaciones son románticas, decoradas al puro estilo veneciano. Desde el balcón de las suites disfrutas de una espectacular vista panorámica de la Laguna de Venecia y los Jardines Reales, que se extienden sobre la cuenca de San Marco y la isla de San Giorgio Maggiore. Para cenar en casa, reserva en su galardonado restaurante Canova, que ofrece una interpretación moderna de la cocina veneciana.


POSTAL #3
LOS DONES DE FLORENCIA
Si se trata de la primera vez en la ciudad, deja la visita al David de Miguel Ángel para cualquier momento libre en el futuro y mejor dedica las mejores horas del día a la Galleria degli Uffizi. No es que la obra de Miguel Ángel no merezca admirarse, pero su presencia constante en todo tipo de parafernalia turística (el uso obsesivo como decoración de playeras, delantales e imanes de refrigerador) hace menos urgente conocerlo. En cambio, caminar por los corredores de la Galleria implica hacerlo al lado de obras de grandes como Giotto, Donatello, Da Vinci, Caravaggio, Ucello, Boticelli y Gentileschi, genios que son escasos y únicos. Por ello Florencia es excepcional, porque los convocó a casi todos en sus mejores momentos y con ello transformó la historia del arte.
Muy cerca de la Galleria degli Ufizzi se ubica la Piazza della Signoria, sede del gobierno civil de la capital toscana y sitio del Palazzo Vecchio. Su enorme Sala del Cinquecento, decorada con frescos bélicos de Giorgio Vasari, no es tan concurrida y permite ver la magnificencia de la pintura renacentista en toda su magnitud.


Sin embargo, el verdadero corazón de esta urbe donde se fraguó el Renacimiento late en torno a la Piazza del Duomo, dominada en todos sus costados por la Catedral de Santa Maria del Fiore. Su cúpula gigantesca (de 114 metros de altura y 45 de diámetro) fue diseñada por Filippo Bruneleschi y sigue siendo considerada una maravilla de la arquitectura mundial. La mejor forma de apreciar su tamaño y el delicado equilibrio sobre el que se sostiene es subiendo al Campanile de Giotto. Cerca del metro 84 que marca su culminación hay un mirador en el cual los turistas que acceden a la cúpula del Duomo lucen insignificantes, apretados contra la baranda de mármol blanco que los tiene tan cerca del cielo y a pasos de caer a la muerte. Así de paradójica es la ciudad de Leonardo y Miguel Ángel.
Como en el resto de Italia, en Florencia se deben evitar los establecimientos para turistas, pues además de caros no representan a cabalidad la tradición gastronómica del país. A cambio, por tan sólo unos pasos extra a través de ese callejón o al doblar una esquina poco frecuentada se tiene encuentro afortunado con sitios como All’antico Vinaio, que desde 1991 sirve bocadillos acompañados con prosecco. Es el típico sitio en el que los comensales se saludan afectuosamente con los encargados tras la barra, donde no hace falta preguntar cuál es la ración del día porque todo es sabroso. Si se tienen dudas, se puede pedir la Schiacciata del Boss: focaccia cocinada en horno rellena de prosciutto crudo, pecorino toscano y crema de tartufo. Es garantía de algo típico y delicioso.

DÓNDE DORMIR
Relais Santa Croce
Luego de un día de arte e historia, vuelve a la delicadeza de tu habitación en un palacio del siglo XVIII. Ubicado en el centro histórico de Florencia, el Relais Santa Croce está exquisitamente decorado con elegantes muebles y techos con frescos. Descansar en una de sus románticas habitaciones y despertar cada mañana rodeado de arte te transportará al Renacimiento. El hotel ofrece experiencias únicas en la zona, como tour de helicóptero a la Toscana, clases de cocina local y búsqueda de trufa en temporada.


POSTAL #4
ROMA ATEMPORAL
Lo más sensato para descubrir esta ciudad es dedicar un día entero a la época de la historia que se quiera disfrutar. Si la brújula viajera dicta “experiencia imperial”, habrá que hacerle caso y acudir de inmediato al Anfiteatro Flavio, conocido internacionalmente con el contundente nombre de El Coliseo. Por más fotografías que los libros, los documentales y los sitios web reproduzcan, esta magnífica obra de ingeniera deslumbra por su tamaño, por las historias humanas que se engarzan a su construcción y uso. Habrá filas en todo momento de la visita, pero quizá tal aglomeración ayude a recorrer el monumento con paso lento. Imaginar las batallas navales que se representaban en su interior sólo es posible con la mirada fija y la mente tranquila. Cerca, a cinco minutos a pie, el Foro Romano se despliega en todo su esplendor. Aquí se tiene un encuentro con más de 2 mil años de historia, pues en este sitio, el antiguo núcleo de la capital de los Césares, se enciman estatuas latinas, columnas de mármol, los arcos triunfales, ruinas de templos paganos y catedrales medievales: todos los sucesos que transformaron al imperio más influyente del mundo occidental están relacionados con este espacio que invita a la contemplación.


Para finalizar la jornada entre legionarios y gladiadores hay que trasladarse al Foro de Trajano y las Termas de Diocleciano. El primero es un conjunto de estructuras antiguas que durante el gobierno de dicho emperador acogieron mercados, baños y templos, además de contar con un museo que permite echar un vistazo en la vida diaria de la antigua Roma. En cambio, al segundo lo integran espectaculares instalaciones hidráulicas, piscinas gigantescas y cisternas que —más que bellas— impresionan por sus dimensiones y por la breve pero valiosa colección de arte romano que alberga.
Desde luego, Roma también es sinónimo de arte sacro, pues dentro de su territorio se ubica el país más pequeño del mundo, El Vaticano. La sede de la iglesia católica es un verdadero imán para viajeros de todas las procedencias y profesiones religiosas, y la razón de ello son los Museos Vaticanos, la Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro. Aunque la base que dio origen a los Museos Vaticanos fue la colección de arte del papa Julio II, hoy posee una riquísima colección entre la cual destacan los tesoros del Museo Gregoriano Egipcio (con sarcófagos y momias incluidas), la Pinacoteca (18 salas repletas de arte pictórico elaborado desde el Medioevo hasta la era moderna), así como la Galería de los Mapas Geográficos, en la cual se hace un paseo por Italia a través de las pinturas cartográficas que Ignazio Dantili plasmó en las paredes.
La Capilla Sixtina y la Basílica de San Pedro no necesitan mayores preámbulos ni presentaciones. De ellas sólo vale decir que, al conocerlas, más vale tener cualquier aparato de comunicación apagado para poder experimentarlas de lleno con los cinco sentidos.
Tanto caminar abre el apetito de cualquiera, y en Roma saciarlo es cuestión de saber por dónde caminar. El Trastevere es el barrio encantador donde no faltan opciones para beber y comer exquisito, y a pesar de la considerable presencia de turistas, la mayoría de los parroquianos son romanos, exigentes con su paladar. Meridionali es una trattoria clásica de atmósfera relajada donde los locales entran y salen sin dejar mesas dispuestas. Cerca, dentro de lo que ya se considera el barrio judío de Roma, Ba’Ghetto seduce con tan sólo mostrar su carta de aperitivos. Su carciofi alla giudia (alcachofas sazonadas fritas en aceite de oliva) es de degustación forzosa.

DÓNDE DORMIR
Baglioni Hotel Regina
Sumérgete en el estilo único de Roma con una estancia en el Baglioni Hotel Regina, un lugar que destila glamour. Hospédate en una de sus magníficas habitaciones decoradas al puro estilo Art Decó italiano. Desde tu suite podrás disfrutar de excepcionales vistas a los monumentos históricos más famosos, como el Coliseo o la Capilla Sixtina. Experimenta la genuina sensación de dolce vita como en ningún otro hotel de 5 estrellas en Roma.

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