Filipinas es mucho más que hermosas playas, y la mejor forma de comprobarlo es un viaje a través de Manila y sus alrededores. Esta ruta propone un primer encuentro con la Perla de Oriente la ciudad de los grandes centros comerciales y los sabores inolvidables, la que alberga tradiciones históricas en medio de una vibrante contemporaneidad. La buena mesa, los paisajes naturales y urbanos, las compras, los vestigios coloniales y la vida nocturna son parte de lo que se puede descubrir en este destino de brillo Inesperado.
Por Belinda Lorenzana
Siopao, opción típica, pero no tan experimental
DÍA 1 INTRAMUROS
Lo primero que llama la atención al llegar a Manila es su skyline. La ciudad, a orillas del mar, en la isla de Luzón, es una capital de los negocios, un punto de convergencia en Asia. Es buena idea comenzar por el principio, en el origen. Intramuros es la zona más antigua de Manila, un barrio amurallado que remite a los tiempos de la colonización española, con construcciones antiquísimas, algunas de ellas provenientes del siglo XVI, con la huella histórica de la revolución y la guerra: en él encontrarás iglesias barrocas, algunas ruinas y una atmósfera colonial. Si vienes de México, las construcciones, las imágenes religiosas, los puestos de chicharrón en las esquinas y un monumento a López Mateos en uno de los jardines principales pueden causarte un efecto de sorpresiva familiaridad.
Tras el primer vistazo es buena idea tomar un tour de una hora en pediciclo o en calesa para visitar el Fuerte Santiagoy andar a hurtadillas por sus pasadizos secretos y mazmorras. Asómate después a la iglesia de San Agustín, la más antigua de la ciudad, en donde también hay un museo histórico. Haz una parada en la Catedral de Manila, una construcción que combina el neogótico y el neorromántico. Sigue por la calle General Luna hasta Casa Manila, el museo que se remonta a la vida doméstica de una familia acaudalada durante la época colonial. Después del recorrido, tendrás la certeza de un origen compartido, la sensación del entendimiento, pero también del asombro.
Puedes pedirle al conductor que te deje en Manila Bay para una caminata por el malecón. Si te consideras de apetito aventurero, prueba la krispy patah(pata de cerdo empanizada) o el balut(embrión de huevo de pato), bocados callejeros que cualquier pinoy (local), conoce, frecuenta y disfruta, aunque pueda costar creerlo. Para paladares menos arriesgados, hay alternativas como el siopao(bollo suave relleno de pollo o ternera, un poco dulce) y el halo-halo, un postre hecho con hielo, frutas en almíbar y leche condensada. Manila Bay es el lugar ideal para entrar en contacto con los sabores de la calle manileña, mientras se contempla una memorable puesta de sol. Llénate de esa vista y ese gusto en tu paladar y toma algunas fotos.
Lago en el cráter del volcán Taal
DÍA 2 UN DÍA EN TAGAYTAY
A menos de dos horas por carretera desde Intramuros se encuentra Tagaytay. Esta pequeña ciudad goza de un paisaje espectacular, una temperatura más fresca y varios miradores que apuntan al lago Taal, en cuyo centro se encuentra un volcán con el mismo nombre: el más pequeño del mundo, asentado en una isla de pescadores. Además, este volcán alberga otro pequeño en su interior, en cuyo cráter se encuentra otro cuerpo de agua. El lugar es turístico y encantador a iguales proporciones.
Toma un bote motorizado a orillas del lago para trasladarte a la isla del volcán y, después, súbelo a caballo. Vale la pena que vayas sin prisas y observes detenidamente. La vegetación es exuberante y en días claros hay sol intenso, así que lleva sombrero y bloqueador. Después de un día en las calles de Manila, llenas de automóviles, triciclos, motocicletas y yipnis, la naturaleza y el aire puro de Tagaytay provocan un efecto de inusitada calma.
Antes de volver a Manila, conoce la comida local a la orilla de la carretera. No te vayas sin comerte un plato de sopa bulalo, hecha con carne de res, granos de elote y vegetales, en Bulalo Point, restaurante sencillo y hospitalario en donde el platillo es la especialidad. Para el postre, avanza un poco sobre la misma carretera hasta llegar a Bag of Beans, en donde encontrarás un acertado cheesecakey el mejor café de Filipinas.
Pero si lo que buscas son manteles largos, entonces por ningún motivo te pierdas Antonio’s, un restaurante idílico en medio de la naturaleza, instalado en una casona antigua. El menú combina lo tradicional y lo contemporáneo, ingredientes orgánicos y una excelente selección de vinos. Pide la entrada de elote tierno y queso manchego (ligeramente dulce y cocinada con ajo), los cortes de res o de cordero, y el helado de naranja y mascarpone. Para acompañar, lo ideal es un Tempranillo. Además de las delicias, lo cuidado de la mesa y la vajilla, el interiorismo y los exuberantes jardines, el servicio de Antonio’s es impecable. Eso sí, sólo se reciben comensales con previa reservación.
Bonifacio High Street
DÍA 3 BONIFACIO GLOBAL CITY
De regreso en la metrópoli filipina, Bonifacio Global City te devolverá al bullicio urbano. Esta zona financiera goza de una organización perfecta: paradas de autobuses y calles bien trazadas que recuerdan a Hong Kong o a Tokio, rascacielos que conviven con árboles magníficos, muros con grafitis monumentales que querrás fotografiar y una oferta gastronómica como para meter en aprietos a cualquiera cuando sea momento de elegir.
Dirígete a Bonifacio High Street, un gran desarrollo comercial y residencial que reúne restaurantes, departamentos de lujo, almacenes y tiendas de marcas locales y globales. Los centros comerciales manileños son así, en ellos puedes hacer de todo: obviamente comprar, comer y beber, pero también asistir a una misa católica en una de las grandes capillas internas, o a una función de teatro musical al más puro estilo Broadway, en algún escenario efímero construido para la ocasión.
Siéntate al brunchenSunnies Cafe, lugar sencillo que promete platos de inspiración filipina, estadounidense y mexicana, aunque ya se sabe que esto último nunca termina de ser cierto. Para comer como local, ordena un plato de steak lime: carne de res en trozos, huevos tiernos, hojas verdes, vegetales y mucho ajo. Otra alternativa son los hotcakes de ricota, de los más suaves y gustosos, que tocarán tu paladar, servidos con moras frescas, jarabe de maple y mantequilla ligeramente salada. Acompaña con café de la casa, una copa de vino o un coctel: ¡hay mimosas de sabores!
Una vez con panza llena, prepárate para recorrer tiendas de ropa, de objetos de diseño, de muebles, de cosméticos, de todo lo imaginable. Después de una buena caminata y algunas compras, tendrás que decidirte: ¿el descubrimiento o la relajación?
Si eliges lo primero, anda por la Calle 28 hasta el Mind Museum, pensado para los niños, en donde gente de todas las edades puede aprender de la forma más divertida. Proyecciones, realidad virtual, instalaciones y zonas móviles interconectadas te llevarán de la mano en un recorrido por la ciencia. ¿Recuerdas cuando el descubrimiento del mundo te sorprendía? ¿No? Pues bien, Mind Museum está para eso.
Si prefieres un sofisticado descanso, ve a The Spa Wellness y ordena un masaje sencillo, o un tratamiento completo en una habitación exclusiva con vapor privado y jacuzzi. En The Spa todos los detalles están cuidados: el lugar huele a hojas de limón y a lavanda, la música atmosférica tiene un volumen apenas perceptible, la media luz, las esculturas de Buda, las plantas… absolutamente todo está en su sitio. Saldrás de ahí como flotando en una nube porque en Filipinas la cultura de los masajes y los spas alcanza niveles cósmicos.
Termina el día con una cena inolvidable en alguno de los restaurantes internacionales de la zona: Donosti para paellas, tapas y unos vinos españoles de antología; Gallery Vask para platillos de autor en el plan más cosmopolita;L’Opera para una mesa muy vistosa y una buena pasta. Cualquiera de estos tres lugares te hará sentir en contacto con el ángulo más sibarita de BGC
DÍA 4 MACATI
Después del silencio y la paz, ¿qué tal un poco de bullicio citadino y vida nocturna? Eso es justo lo que encontrarás en Macati, ciudad vecina de Manila, a la que se llega en unos treinta minutos desde Intramuros o desde Bonifacio.
Toma el brunchen el centro comercial Greenbelt. El lugar obligado es M Cafe, el restaurante de Ayala Museum. Pide unos huevos estilo filipino o unos dumplings chinos, o solicita el cubierto libre, disponible de las 10 de la mañana en adelante, con cervezas o cocteles. Luego visita el museo y ponte al tanto del arte moderno filipino. La experiencia del M Cafe y visitar ese museo lleno de piezas ancestrales y también modernas, en una arquitectura contemporánea, es absolutamente cosmopolita, y te hará sentir en el centro de la escena asiática.
Pasada la impresión del arte, seguramente querrás hacer más compras, porque sería un desperdicio no hacerlo en Greenbelt: un mall dividido en cinco bloques, enorme como todos los centros comerciales en Manila, del que será difícil salir con las manos vacías.
Salon de Ning
Lo más conveniente será cenar temprano, para que la noche sea más larga. En Macati también hay restaurantes con oferta culinaria de todo el continente. De nuevo es momento de elegir: ¿cocina asiática contemporánea o de tradición filipina? Black Birdes un restaurante de lujo ubicado en la Nielson Tower, lo que fuera el primer aeropuerto de Manila. La carta es exquisita y el lugar, que conserva la arquitectura art déco original, es para quedarse sin aliento. Por otra parte, Romulo Cafe ofrece gastronomía típica filipina, con algunas versiones de autor, en un ambiente refinado.
Después de cenar, prepárate para una noche intensa. Comienza en el bar Salon de Ning, con música en vivo y una decoración china inspirada en los años 30, en el interior del hotel The Peninsula. O en el Buddha Bar, si prefieres sonidos atmosféricos, un ambiente contemporáneo y una vista que te hará sentir nostalgia antes de haber partido. Pasada la medianoche, toma un taxi a Black Market, club escondido entre locales comerciales, de fachada negra y casi imperceptible, en donde podrás escuchar sonidos underground y propuestas de DJ’s locales y extranjeros. Así es como la ciudad te despide, con fiesta hasta que sale el sol.
3 ALTERNATIVAS
DENTRO O FUERA DE MANILA PARA HACER EN UN DÍA EXTRA
QUIAPO También conocido como el viejo centro histórico de Manila, el distrito de Quiapo está lleno de iglesias antiguas y combina el caos citadino con la arraigada tradición católica de la ciudad. Calles angostas, gastronomía local y vendimia callejera al por mayor caracterizan a esta zona manileña, famosa por sus lectores de tarot.
MALL OF ASIA En Manila, donde todo es gigantesco o diminuto, tenía que encontrarse el centro comercial más grande del mundo. Además de las tiendas, los restaurantes y las opciones de entretenimiento, el mall tiene una pista de hielo y su propia rueda de la fortuna, que es descomunal.
CORREGIDOR Se encuentra en una isla pequeñita a la que se llega en ferry o en bote desde Manila Bay. Ofrece tours a pie, en bicicleta o en turibús, a los ex cuarteles de la Segunda Guerra Mundial y las ruinas de las antiguas fortificaciones. Ir a la playa es indispensable en esta isla, al igual que probar la cocina típica del hotel Corregidor Inn.
GUÍA PARA RECORRER LA CIUDAD EN YIPNI
Tu experiencia en Manila estará incompleta si no te subes a uno de estos vehículos coloridos, llenos de pasajeros y muy ruidosos. Hazte a la idea: el viaje no será cómodo, pero habrás atravesado la ciudad en un auténtico símbolo, un ícono nacional filipino.
– Familiarízate. Los yipnis son pequeños y llevan hasta quince pasajeros. Sus ventanillas no tienen cristal, así que posiblemente te mojes con la lluvia.
– Averigua qué ruta tomar. Pregunta al personal del hotel o a los guardias en las calles: los filipinos son muy amigables y seguro te dirán cómo llegar a cualquier punto en la ciudad.
– Sosténte con fuerza. Manila es una de las ciudades más transitadas del mundo, está llena de autos, de motocicletas y de sobresaltos. Utiliza los tubos superiores del yipni para no salir por la puerta en caso de frenado repentino.
– No esperes un alto total. Los conductores se detienen apenas unos segundos para subir o bajar pasaje. Así que ¡date prisa! O sigue adelante. A final de cuentas, estás de vacaciones.
– Empequeñécete lo más posible. Trata de abarcar poco espacio y no subas demasiado la cabeza: podrías golpearte con el techo. Tal vez tus rodillas choquen con los pasajeros que tienes enfrente, nadie te lo tomará a mal.
– Lleva cambio. Pagar con un billete grande te convertirá en la persona menos popular a bordo. Paga cuando el chofer no esté ocupado, durante los altos o las paradas. Si éste no lleva un asistente, puedes pedirles a otros pasajeros que hagan llegar la tarifa hasta el frente.
– Sé cortés. En tagalo, “por favor” se dice “paki abot po”. Para solicitar la parada puedes decir “para po” o “satabi lang po”. Da las gracias diciendo “salamat po”. La cortesía es muy importante.
– Diviértete. Disfruta la aventura y sonríe a los demás pasajeros. Ahora sí, puedes decir que has estado en Manila