Querétaro: sabor colonial
Se encuentra en la zona centro de México y su clima es bastante agradable durante todo el año. Aunque el invierno puede ser un poco frío, lo cierto es que no hay baja temperatura capaz de opacar la calidez de los queretanos, y los antojitos y los vinos que se sirven en sus restaurantes. Visitar la ciudad y sus alrededores es una experiencia que conjuga la vista, el espíritu y el paladar.
Por Belinda Lorenzana
SANTIAGO DE QUERÉTARO, CENTRO HISTÓRICO
Esta ciudad colonial de arquitectura barroca y neoclásica fue declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Unesco en 1996. En su Centro Histórico encuentras rincones gastronómicos, paseos culturales, bares y cantinas, que se combinan en el entorno de una tradición histórica importante: la ciudad es un testimonio de la pasada vida virreinal española y alberga el Cerro de las Campanas, en donde el emperador Maximiliano de Habsburgo fue fusilado en 1867. Entre los mercados, los restaurantes, los templos, las edificaciones, los andadores y la amabilidad de la gente, es fácil enamorarse de ella.
Después de llegar a Querétaro e instalarse, conviene aprovechar el día en sus principales atractivos: ir al mercado, comer ahí, visitar el Templo de San Francisco o el Palacio de Gobierno. Si te hospedas en el centro todo eso puede hacerse a pie. Después de visitar los museos más importantes, el Museo Regional y el Museo de las Artes, camina hacia el Andador 5 de Mayo, en donde late el espíritu colonial queretano. Dale una oportunidad a los restaurantes cercanos. En Di Vino, por ejemplo, hay una carta con comida mediterránea, una cava muy respetable y opciones veganas. Antes de que caiga la noche, ve al Mirador de los Arcos y toma fotos del atardecer sobre los edificios iluminados y las calles sinuosas.
GASTRONOMÍA EN LA CIUDAD
La oferta gastronómica de Querétaro es amplia y está llena de sorpresas. No regreses a casa sin visitar el Jardín de Cerveza Hércules, un lugar antiguo y pintoresco en el interior de lo que era una fábrica textil. El sitio sirve variedades de cerveza cien por ciento queretana, cocina de autor con ingredientes locales y un muy recomendable brunch dominical. En este lugar también encuentras una agenda cultural que se renueva constantemente: catas y degustaciones, proyecciones de cine al aire libre y recitales de jazz.
Querétaro es la tierra de las gorditas, preparadas con maíz quebrado blanco o azul, guisados diversos (huitlacoche, nopales, tinga de pollo o carne deshebrada) y salsa de chile rojo. El maíz de las gorditas queretanas se muele a mano y no en nixtamal; de ahí que la consistencia sea tan ligera y crujiente. Pero el verdadero secreto de estas delicias está en el relleno, que por lo general lleva migajas o asientos de chicharrón. La ciudad tiene tantos restaurantes y puestos de gorditas, que no sabrás cuál elegir. Un buen comienzo es El Portal, ubicado en el centro: el lugar es sencillo y cómodo, con buena atención al cliente.
Para una mesa más contemporánea, visita María Rivera, en avenida Constituyentes, que se remonta a los orígenes de la comida mexicana. El menú abarca recetas de diferentes regiones del país, en versiones de autor, y una carta de tragos por demás interesante. El lugar está decorado con obra de artesanos locales, lo que da un sabor extra a los platillos. No te vayas sin probar el pambazo y el chamorro en mole.
Uno de los restaurantes más frecuentados en Querétaro es El Mesón de Chucho el Roto, cuya terraza abierta da hacia la plaza principal de la ciudad. La gente suele acudir a este sitio los fines de semana en busca del famoso bufet de desayuno, que sirve diferentes platos típicos mexicanos. Sin embargo lo más recomendable es visitarlo por la noche, para disfrutar de la música en vivo, los vinos mexicanos y una carta que incluye enchiladas queretanas, escamoles, chamorro y chiles en nogada, en el entorno cálido y colonial del Centro Histórico.
Para conocer verdaderamente una ciudad es necesario acudir a sus mercados, puntos idóneos donde saciar la curiosidad y el apetito. En la zona centro de Querétaro, el Mercado de la Cruz es el lugar imprescindible de los antojitos queretanos. Entre sus coloridos pasillos hay barbacoa, tacos, cecina, chorizo y, por supuesto, gorditas.
RUTA DE ARTE, QUESO Y VINO
El Bajío mexicano se ha convertido en la segunda ruta vitivinícola del país, cubierta por hectáreas de viñedos. El estado de Querétaro es el principal exportador de vino espumoso a nivel nacional y el más importante productor de quesos de oveja; cuenta con 26 viñedos que producen alrededor de dos millones de litros de vino al año, de manera que es un destino indispensable del enoturismo mexicano. A una hora de la ciudad de Querétaro, la Ruta de Arte, Queso y Vino está integrada por diez municipios y vivencias memorables: pueblos mágicos, haciendas, cocina de autor y paisajes que se instalan en la memoria.
Con tours guiados puedes conocer los viñedos queretanos, las fincas, fábricas de quesos, catas y restaurantes, con maridajes a cargo de enólogos y chefs. Existen distintos recorridos, con duraciones que van de las cuatro a las siete horas, algunos con hospedaje incluido. Para los más aventureros, tal vez la alternativa sea armar un tour a la medida: visitar los viñedos al ritmo propio y probar la degustación que se ofrece en cada uno. Bien vale la pena dedicar todo un fin de semana a esta experiencia.
Para comenzar, partes de Tequisquiapan, epicentro de la ruta. Este pueblo mágico de arquitectura colonial data de 1551 y alberga un corredor gastronómico que en los últimos años ha dotado de vida a la región, con vendimias y una tentadora oferta de quesos de vaca, oveja y cabra. El recorrido pasa por otros dos pueblos mágicos: Cadereyta y Peña de Bernal. Los viñedos pueden recorrerse a pie, a caballo o en bicicleta.
Es preciso conocer al menos una de las fincas donde se producen los quesos y los vinos de esta región: Finca Sala Vivé de Freixenet, especializada en vinos espumosos; La Redonda, conocida por sus festivales de jazz; Los Rosales, productora de vino orgánico; Néole, que elabora quesos madurados estilo europeo y quesos frescos, con la mejor leche de vaca de la zona; y la Vinícola Santiago Apóstol, dedicada a la producción de vinos jóvenes, oporto y jerez.
HISTORIA Y NATURALEZA EN LA SIERRA GORDA
En Querétaro se encuentra uno de los parajes naturales más espectaculares de México: la Reserva de la Biósfera Sierra Gorda, una maravilla de la naturaleza, perfecta para admirar el cielo estrellado al caer la noche. La flora y la fauna endémicas, los ríos, las cascadas y las zonas arqueológicas del área conforman una alternativa turística que merece un fin de semana aparte. Después de haber recorrido Santiago de Querétaro y haberse deleitado con los viñedos de sus alrededores, una visita a la Sierra Gorda es el complemento ideal.
Antes de emprender el viaje, conviene estudiar las rutas. Las distancias entre los puntos de interés no son muy largas, pero las carreteras sinuosas impiden conducir a alta velocidad. Por otra parte, hay tanto que ver y conocer, que en ocasiones será preferible invertir más de un día en las diferentes alternativas.
Comienza por Pinal de Amoles, un pueblito de ensueño con casas de techos rojos, en medio del bosque. Por el municipio pasan dos ríos: Extoraz y Escanela, de manera que el lugar tiene pequeños manantiales aquí y allá. Desde el pueblo pueden visitarse los ríos y la cascada Chuveje, en automóvil, conduciendo rumbo a Jalpan. Las intrincadas calles del pueblo, el aire limpio de la sierra y sus parajes naturales, serán recuerdos con los que querrás quedarte.
Desde Pinal, visita las Misiones, fundadas por fray Junípero Serra en el siglo XVIII para evangelizar y pacificar la región en un periodo histórico lleno de conflictos. El fraile, con la ayuda de los indígenas pame, se dio a la tarea de construir los cinco templos que conforman las Misiones: Jalpan, Landa, Tilaco, Tancoyol y Concá. En las fachadas barrocas de estas edificaciones, los símbolos indígenas (el maíz, el agua, las plantas, las flores) conviven con el imaginario cristiano. Antes de partir, visita alguna de las zonas arqueológicas: Ranas o Toluquilla, al sur de la Sierra Gorda, en un entorno boscoso.
SAN SEBASTIÁN BERNAL
En este pueblo mágico del estado de Querétaro se encuentra el tercer monolito más grande del mundo: la Peña de Bernal, nombre con que también se conoce la localidad. El pequeño municipio ofrece tranquilidad, aire puro, hermosas vistas y las mejores gorditas de Querétaro, a las faldas de la peña o en el mercado municipal. Lo más recomendable es recorrer el pueblo a pie, con calzado cómodo y ropa abrigadora, sobre todo en otoño o invierno. En la plaza de Bernal hay restaurantes que sirven queso, vino, pan y platillos locales, perfectos para disfrutar el panorama. Las artesanías, la ropa de manta o lana y los juguetes de producción local son souvenirs adecuados para completar tu viaje, mientras que los dulces típicos de la región endulzarán tu paladar.
De regreso a la ciudad de Querétaro, desde Peña de Bernal, detente en la Finca Vai y conoce el proceso de elaboración del queso. El personal de esta productora orgánica es amable y guía al visitante por diferentes recorridos, que bien vale experimentar sin prisas: en uno de ellos podrás incluso elaborar tu propio queso. En este lugar, además de averiguarlo todo sobre los productos lácteos, aprovecha la oportunidad para convivir con animalitos bebés, comer delicioso y experimentar una documentada degustación de quesos, vinos, mermeladas y otros productos orgánicos queretanos. Es la despedida perfecta.