Descubre los encantos barrocos de Puebla
Un recorrido introspectivo por la ciudad señorial que garantiza el lujo del contraste permanente, a manera de alegoría, de México. Proponemos desde la iglesia barroca más bella del país hasta el nuevo hotel de alto diseño que ya comenzó a seducir al mundo, con pausas gastronómicas sembradas en el huerto orgánico de un museo incomparable.
por Jesús Catalán Meneses
EL PASEO FULGURANTE QUE NUNCA TERMINA
La deliciosa complejidad del barroco hace muy difícil asirlo a la primera. La fuerza de la sensación abrumadora de grandiosidad persiste sin importar si hemos visitado la obra antes o no. Puebla, en particular, pareciera tener en su riqueza un poder curativo en el espíritu cuanto más se recorre a pie. Igual para primerizos que para experimentados, el paseo eterno por las hermosas calles del centro histórico de la ciudad no podrá estar completo hasta no visitar el majestuoso altar de la Capilla del Rosario, grandiosa oda religiosa al poder del oro artesanal y cumbre del barroco novohispano, donde el fulgor es un reto a los ojos.
El camino sigue por la Biblioteca Palafoxiana, una majestuosa bóveda cuyas paredes albergan conocimiento de espíritu universal. Esta biblioteca, herencia personal del obispo Juan de Palafox, fue de las primeras del continente americano. Si a partir de esta visita surge la ansiedad de llevarse un ejemplar a casa, apenas a unas cuadras se encuentra Profética, una casa de lectura, librería y restaurante, perfecta para relajarse y refrescarse con una cerveza. La tarde hay que despedirla desde el Mirador de los Fuertes. Vista desde lejos, Puebla es una alegoría perfecta de México.
La permanente lucha actual entre maximalismo y minimalismo se libra cada día desde el patrimonio, el arte y la cocina. La guerra, meticulosamente planeada para hacer ganar al viajero, resulta en una abundancia exagerada de sensaciones que irradian un lujo contrastante, acorde con la gloria y elegancia de su tierra, que desemboca en la comprensión involuntaria del movimiento que identifica a la mexicanidad en el mundo. ¿Qué hay más explosivamente barroco que un mole poblano, con sus decenas de ingredientes y perfumes? ¿Cómo sería un texto sobre Puebla sin la mención imprescindible del chile en nogada? Para salir de los grandes sitios de lujo ya consolidados, que han dado fama a la gastronomía tradicional de la ciudad (notablemente el imperdible Mural de los Poblanos a un costado de la catedral), es preciso hacer referencia al magistral diseño del digno heredero contemporáneo de la reputación culinaria poblana, Restauro, que tanto en su arquitectura como en su cocina ha logrado la excelencia restaurando una casona y llenándola de arte. A sólo unos pasos del famoso Callejón de los Sapos, frente a La Pasita —la licorería cuyo elixir de uva pasa es ya una leyenda imprescindible—, este «templo» ofrece los clásicos poblanos hermosamente presentados. Piérdete entre manchamanteles, degustaciones de pipianes de tres colores y albóndigas en chipotle que evocan años dorados.
¿Qué hay más explosivamente barroco que un mole poblano, con sus decenas de ingredientes y perfumes?
CHOLULA, LA MEJOR METÁFORA DEL BARROCO (Y POR TANTO DE MÉXICO)
La pirámide más grande jamás construida no está en Egipto, sino en el estado de Puebla: la Gran Pirámide de Cholula. Tal como ocurre al descubrir México, cuando creemos que un lugar por sí mismo es ya motivo de asombro, un nuevo prodigio sucede al siguiente: en su cima hay una iglesia barroca y, detrás, un volcán nevado activo (que puede escalarse por quienes cuenten con el tiempo y el temple). Pero en la pintoresca Cholula, la cita imperdonable debe ser la capilla de Santa María Tonantzintla, única en su género, resultado del trabajo indígena intensivo para lograr quizás la más bella creación del barroco de la historia. La habrás de inmortalizar sólo con los ojos porque la comunidad nativa se turna para vigilar severamente la prohibición de fotografiarla o grabarla. Siéntate y contempla: el abrumador sentimiento de grandeza hará que olvides tu Instagram.
UN DÍA EN EL NUEVO MUSEO-INSTRUCTIVO (Y SU TEMPLO GASTRONÓMICO)
El autoconocimiento involuntario continúa desde la interpretación lejana: fue el japonés Toyo Ito quien creó la blanca fachada ultramoderna que se ha convertido en el nuevo símbolo de Puebla, imán de atención para los sedientos de arte e historias. El Museo Internacional del Barroco atrapa al visitante a través de siete salas permanentes de las que se sale experto en el movimiento que sedujo a México y le dotó de identidad. En particular la segunda, enfocada en la temática de los ángeles, reivindica a Puebla como la ciudad barroca de las Américas por antonomasia, un faro cultural que brilla hasta nuestros días. Tan radical como su edificio resulta el genio volcánico de Alan Sánchez, chef del restaurante oficial del museo, Barroco, quien entiende que antes de la técnica culinaria (que le sobra), el primer paso para sobresalir en una región de tan alto poderío gastronómico —dentro del primer país en la historia cuya cocina fue declarada patrimonio cultural inmaterial de la Unesco— es ofrecer el mejor producto posible. En el huerto propio adyacente nacen orgánicas las frutas, especias y semillas, que finalizan en elegantes platos poblanos, a manera de homenaje a las abuelas. Tan ilustrativo como las salas, el menú evoca la historia de Puebla, con su riqueza natural, su talavera y su vocación de sedición. Destacan al inicio los tacos árabes de cordero lechal, un favorito de la cocina poblana de calle que toca aquí el esplendor. De plato fuerte, sobresalen las opciones de trucha salmonada criada en los manantiales de deshielo del Iztaccíhuatl. Para finalizar, la Mujer Dormida, un merengón de frutos rojos y vainilla, provoca una erupción al paladar.
Tal como ocurre al descubrir México, cuando creemos que un lugar por sí mismo es ya motivo de asombro, un nuevo prodigio sucede al siguiente…
CARTESIANO: EL PUNTO CARTOGRÁFICO DE PARTIDA
Tan profundamente bien se duerme en Puebla que, según la leyenda, los arcángeles transportan durante la noche enormes campanas hasta las altas torres de sus cientos de catedrales e iglesias sin que nadie lo repare. En el hotel Cartesiano, epicentro personal de este viaje, es además posible ambientar tu espacio de descanso cada velada con aromas: cerezas, melisa, ylang ylang o bien la recomendación milenaria de la lavanda con manzanilla, perfecta para cerrar los ojos, visualizar fértiles campos pintados de violeta y no saber de sí hasta amanecer. Al abrirlos, el abolengo del nuevo monarca del lujo poblano será evidente: el recién nacido hotel es hermano de Chablé, propiedad mexicana ubicada en Chocholá, Yucatán. Firmado por Félix Blanco, nuestro punto cartográfico de partida fue concebido para guardar la brújula de la ubicación perfecta, Puebla, albergando sólo piezas y materiales de diseño enteramente mexicanos. Inspirado en el sentimiento intrínseco del barroco, Cartesiano se caracteriza por los toques exquisitos de arte nacional sobre elementos orgánicos y eminentemente sencillos. Su principal acierto es, quizás, el no perder la mexicanidad en su exquisita ausencia de estridencia en el color: ocres, granates leves, madera y grises imperan tras la moderna fachada que contrasta con el paisaje colonial de la zona.
UN VIAJE HACIA EL CENTRO DE UNO MISMO
El tiempo libre en Cartesiano se desborda en posibilidades. Desde arriba, puede empezarse por el gimnasio al borde de la piscina que reina sobre una vista privilegiada —para disfrutar bajo sombrilla y sobre camastro— frente a la que sobresale la blanca iglesia del Santo Ángel Custodio de Analco con sus acentos rojos. En el mismo nivel, Centena Cuatro es la ubicación predilecta del hotel por servir, desde el desayuno hasta la cena, platos mexicanos reinterpretados y pensados para conversaciones trascendentales y congregaciones revolucionarias, como la que los pioneros hermanos Serdán sostuvieron aquel 18 de noviembre de 1910 cuando arrancaron la lucha, dos días antes de la fecha oficial que se conmemora según el calendario, que cambiaría para siempre el rostro de México. Como experiencia cumbre, el particular concepto de Cartesiano fue utilizado íntegramente para generar la filosofía de su spa: la exploración del mapa del cuerpo, el encuentro con la brújula personal, el despertar de la resolución interior. El llamado Viaje del Norte Magnético, pensado para restaurar emociones, incluye una alineación energética y un rítmico masaje en puntos clave de acupresión. El nivel de calma restablece los puntos cardinales emocionales y te prepara para una noche más de descanso profundo.
Inspirado en el sentimiento intrínseco del barroco, Cartesiano se caracteriza por los toques exquisitos de arte nacional sobre elementos orgánicos y eminentemente sencillos.