48 horas en Kanazawa
Si no has escuchado de Kanazawa, seguramente empezarás a hacerlo porque la extensión de 2015 a la línea Hokuriku de shinkansen (tren bala) la ha puesto de nuevo en el mapa a 2.5 horas de Tokio. Con poco menos de medio millón de habitantes y un centro enmarcado entre dos ríos, la ciudad es muy accesible y tranquila. Muchos dicen que un día basta para conocerla, pero el punto no es echarle un vistazo, sino disfrutar pausadamente su jardín japonés, sus artesanías y su museo moderno. Así que para llevar las cosas con calma, mejor quédate un par de noches.
Por Ana Aragay
DÍA 1 : EL CORAZÓN DE LA CIUDAD
Por la mañana
Comienza el recorrido en el bellísimo Jardín Kenroku-en, uno de los tres más hermosos de Japón. Originalmente fue el jardín exterior del castillo hasta que en 1676 el general Maeda Tsunanori lo hizo parte de éste y empezó a paisajear la zona. En los siguientes 200 años fueron varios generales los que aportaron al diseño, hasta que terminó el sistema de dominio y se abrieron al público en 1874. Camina sus veredas y descubre sus estanques, arroyos, fuentes y árboles centenarios.
Saliendo del jardín cruza hacia el imponente Castillo de Kanazawa, construido en 1583 por el clan Maeda. Recórrelo para apreciar su extraordinaria proporción y las partes originales que conserva, como la Puerta Ishikawa. Atraviesa el complejo del castillo para salir por el extremo opuesto. Ubícate en un mapa y camina diez minutos para ir al mercado de Omicho. El de Tokio será el más activo, pero éste es mucho más bonito y ordenado. Una vez dentro hay una barra de sushi en la primera esquina de lado izquierdo. Siéntate y pide un domburi: un tazón de arroz cubierto con sashimi de atún, salmón, macarela, erizo…
Por la tarde
Después del mercado camina los distritos de las geishas, que son igual de importantes que el de Kioto y se conservan de forma impecable. En Kanazawa hay tres: Higashi Chaya-gai, el más grande; Nishi-Chayagai que es una sola calle; y Kazue-machi, que está junto al río y es encantadoramente tradicional. En Higashi Chaya-gai encontrarás más movimiento; entra a tomar un matcha en la Casa de té Kaikaro, come un helado con hoja de oro en Hakuichi o compra joyería local en Hakuza. El clan Maeda, mencionado anteriormente, dedicó su poder y fortuna a promover el arte y la artesanía de la región, y el trabajo con hoja de oro es uno de los que más destacan: el 90% de la artesanía japonesa con hoja de oro proviene de aquí.
Por la noche
Termina el día en Kiguramachi, una zona peatonal muy animada que queda justo detrás del Tokyu Hotel. Sus calles tienen decenas de opciones donde cenar, un restaurante tras otro. La mayoría de los sitios son pequeños y tienen menú sólo en japonés, por lo que un sushi es siempre buena opción. Siéntate en la barra de Yamashita y ordena las delicias locales que pescan en las aguas frías del Mar de Japón: erizo, calamar, cangrejo y kanburi, un medregal especial por ser deliciosamente grasoso. Si tienes antojo de carne y un lugar un poco más relajado, entra a Maru, un yakiniku (carne a la parrilla) que pondrá a prueba tu paladar aventurero. En su menú encuentras novedades como intestinos de puerco o estómago de res, pero también sirven wagyu A4 (A5 es la mayor calificación) y unas costillitas sin hueso deliciosas. El mesero trae la carne cruda y cada quien la asa a su gusto en la parrilla que hay al centro de la mesa. Un consejo: no hagas confianza con los gramos de wagyu que pidas. La carne es muy rica en grasa, así que 250 gramos bastan para dos personas. Para bajar la cena ahí tienes la avenida principal, que en fin de semana es muy concurrida y el people watching puede ser muy entretenido.
DÍA 2: ANTES Y DESPUÉS
Por la mañana
Después de un desayuno a la medida en el bufet del hotel, obtén la dosis de cafeína en el Starbucks de afuera (un flash de occidente). Con café en mano camina hacia la zona samurái de la ciudad: Nagamachi. En algún momento de la historia de Kanazawa, una tercera parte de la población era samurái, de manera que esta zona es un poco recreada pero igualmente bonita. Visita la Casa Nomura y maravíllate con su arquitectura, sus espacios tradicionales y su acogedor jardín. Las calles de la zona inspiran para caminar y tienes tiempo para hacerlo.
Después de merodear, vuelve hacia el rumbo del hotel y recorre la avenida delineada con maples americanos que va frente al Parque Ishikawashiko. En camino al Museo de Arte Contemporáneo encontrarás una tienda de piezas de laca llamada Nousaku; es prácticamente un museo. El señor trajeado que recorre sus pisos es Oka Yoshihisa, la tercera generación de la familia dueña de la tienda. Sube hasta el último piso, ahí guardan las piezas más exquisitas de artistas locales.
Por la tarde-noche
Sigue tu camino al Museo de Arte Moderno del Siglo XXI, un edificio circular que abarca toda la próxima manzana. El espacio es obra del reconocido despacho japonés SANAA y funciona como un centro de reunión para la comunidad: salas de exhibición, restaurante, salas para talleres y espacios públicos abiertos hasta las 10 de la noche. Entre sus obras permanentes destacan: “Colour activity house” de Olafur Eliasson, “L’Origine du monde” de Anish Kapoor, “The Swimming Pool” de Leandro Elrich y “Blue Planet Sky” de James Turrell. Y como era de esperarse, sus tiendas son el lugar ideal para un souvenir moderno.
Reserva el resto de tarde para una terapia espiritual, ya sea visitando templos o yendo de compras. Si optas por la primera, toma un taxi al templo Shinrensha y serpenteando rumbo al río Asanogawa encontrarás muchos otros como el Ryukokuji y el Hosenji. Ir de compras también puede ser iluminador porque Kanazawa es un centro de artesanías: teñido de seda, cerámica, hoja de oro, laca, fundición, bordado, vidrio, teteras y papel, entre otras. En la calle que da al frente del museo encuentras Kanazawa Crafts Hirosaka, una galería que vende una curada selección. Si tienes especial interés por alguna artesanía en particular, en su sitio web (www.crafts-hirosaka.jp) viene una lista completa con detalles de los 49 oficios.