10 parques nacionales para el bucket list

Una gran riqueza natural, paisajes vírgenes y la ausencia del hombre son características comunes de todos los parques nacionales en el mundo. Nosotros elegimos los diez mejores, perfectos para un día de introspección y de selfies inigualables.

Por Pablo Mata Olay

Göreme y Capadocia, Turquía
Hace millones de años, los volcanes Erciyes y Hasan hicieron erupción. Donde había planicies se llenó de roca volcánica y se moldeó con el paso de la lluvia y el viento. Sus paisajes naturales y la vecina ciudad de Capadocia están formados con el mismo material, aunque el parque Göreme en sí vale el viaje. Su valle más famoso es el de “las chimeneas de hadas”, donde sus montículos alargados y misteriosos asemejan a esas figuras mágicas. Nuestra recomendación es disfrutar el parque en excursiones caminando, a caballo o muy temprano en un pintoresco paseo en globo.

Lagos de Plitvice, Croacia
Se encuentra en la región de Lika, cerca ya de la frontera con Bosnia. El parque fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979 con 33 mil hectáreas, aunque sólo 800 están abiertas al público. Un proceso llamado “travertino” convierte el musgo en roca al paso del tiempo y el agua. Lo que resulta son 16 lagos y decenas de cascadas. Cada uno está bautizado, según cuenta la leyenda local, con los nombres de los seres que se han ahogado ahí. Así pues, te encontrarás desde la Abuela hasta el Gitano o las Cabras. Con un poco de suerte en tu recorrido verás osos pardos, linces y sapos amarillos.

Fuji-Hakone-Izu, Japón
Rodeado de lagos, este parque es ideal para admirar uno de los símbolos más importantes de Japón: el monte Fuji. Sin embargo, aquí hay otro volcán un poco menos célebre. El Hakone está en actividad mínima, justo para que sus visitantes disfruten de las aguas termales que dan grandes beneficios a la salud. En esta zona también se encuentra el Jardín Botánico de Humedales de Hakone, con alrededor de 200 tipos de madera y 1,300 variedades de plantas de zonas altas. Lo mejor: está muy cerca de Tokio, para ir de ida y vuelta, sobre todo en temporada de flor de cerezo.

Cabo Pulmo, México
Aquí se encuentra el arrecife más grande del mar de Cortés, y uno de los pocos del Pacífico este. Es un paraíso para los amantes del buceo y de la fauna marina. Desde que fue nombrado parque nacional en 1995, se ha recuperado en tamaño y población, y vaya que se nota. En una zambullida te puedes topar con decenas de especies de peces, tortugas marinas, delfines, lobos marinos y, en temporada, ballenas jorobadas y tiburones ballena. No por nada Cousteau nombró a este golfo como “el acuario del mundo”.

Darién, Panamá
Es el parque nacional más extenso de Panamá y uno de los mejores en el mundo para la observación de aves. Aquí puedes admirar en libertad al águila arpía, endémica del país, además del tapir, el jaguar y cuatro especies de guacamayas. Por tener casi 600 mil hectáreas, puedes disfrutar en un mismo día de playas de arena blanca, manglares y bosques tropicales. Una característica muy particular de este lugar es que aquí viven tres grupos indígenas, que ofrecen los mejores paseos, además de artesanías muy llamativas.

Torres del Paine, Chile
Ubicado en la Patagonia chilena, al norte de Puerto Natales, el parque fue declarado reserva de la biósfera en 1978. Es perfecto para los amantes de la naturaleza, el ecoturismo y el deporte de aventura. Puedes navegar entre témpanos en el lago Grey o aventurarte a uno de los miradores para fotografiar al animal nacional de Chile, el guanaco. Sin embargo, las postales distintivas de esta área silvestre son sin duda las formaciones rocosas las Torres y los Cuernos del Paine. Es posible llegar hasta sus cimas, aunque necesitarás de una buena condición.

Los Dolomitas, Italia
El arquitecto Le Corbusier se refirió a esta cadena montañosa como “la construcción arquitectónica más bella que existe”, y puede que tenga razón. Cuenta con 18 cimas que superan los 3 mil metros de altura y nos regalan un panorama espectacular. Desde altísimos muros de piedra, hasta glaciares eternos y amaneceres épicos. Durante el invierno, estas montañas se cubren de nieve y hielo y se convierten en un gran parque de diversiones, pero también para los amantes de la naturaleza, que pueden ver en su hábitat natural a codornices, lechuzas, marmotas, ciervos y muflones.

Tayrona, Colombia
Combinación magnífica de playas caribeñas y selvas vírgenes, esta joya natural es hogar de 770 especies de plantas, 400 de aves y 60 de mamíferos, sin contar las tortugas, que en temporada llegan a desovar. Y sin contar tampoco las cuarenta especies de murciélagos que esperan la noche para volar en busca de alimento. Además de hacer campamentos y caminatas, aquí puedes pasar el día buceando o ayudando a reparar los arrecifes de coral. Por último, El Pueblito es una comunidad llena de leyendas. O sube un poco más y en la Sierra Nevada de Santa Marta descubre los antiguos asentamientos humanos. Como dice una canción, después no querrás irte a Barcelona o a ningún otro lugar.

Banff, Canadá
Es el parque más viejo de Canadá, con casi 7 mil kilómetros cuadrados de extensión. Está repleto de valles, glaciares, serranías, bosques de coníferas y ríos. Incluso hay cuevas y aguas termales. Dependiendo del tiempo que tengas, puedes echar un vistazo rápido desde el teleférico del monte Sulphur o aventurarte a los lagos, cuyo característico color azul turquesa se debe a los sedimentos de las aguas glaciares. En el parque también podrás caminar los 1,500 kilómetros de pistas y admirar (de lejos) a lobos, alces y osos. En cuanto a los pueblos cercanos, recomendamos Jasper, una ciudad turística, o Banff, ciudad homónima del parque, más discreta y acogedora.

Serengueti, Tanzania
Éste ha sido el parque ejemplar para realizar el safari soñado entre pastizales, cadenas montañosas y el generoso lago Victoria. Aquí encontrarás extensas llanuras donde pastan miles de herbívoros, atentos al acecho de hermosos depredadores. Jirafas, elefantes, rinocerontes, leones, leopardos y guepardos viven su vida en 15 mil kilómetros cuadrados de tierras salvajes. Mención aparte merece la migración anual de ñus, un espectáculo de la naturaleza. La convivencia con el pueblo masái también es parte de la experiencia, pues muestra cómo es la vida cotidiana teniendo como vecinos a los mamíferos más grandiosos del planeta.

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